[en] En los periódicos en inglés de la primera mitad del siglo veinte en Limón, Costa Rica, publicados por y para los afroantillanos residentes en dicho lugar, está la primera literatura escrita afrodescendiente de Costa Rica. A pesar de que casi todas las personas que la escribieron eran antillanos de nacionalidad británica, todos residían en Costa Rica, algunos se naturalizaron costarricenses y en este país murieron. Además, la vida de Costa Rica influyó en su escritura, y sus textos quedaron en Costa Rica y deben considerarse patrimonio cultural costarricense.
Mi estudio de los periódicos en inglés publicados por y para los afrodescendientes de Limón entre 1910 y 1942 encontró más de mil ensayos periodísticos, y varias decenas de poemas. No es una literatura que salga de la nada ni por casualidad. Surge del denso tejido cultural afroangloantillano, en especial jamaiquino, producto del aliento del oeste de África y de tantas intersecciones simbólicas y vitales, especialmente con lo británico victoriano, pero todo adaptado a la particular realidad de Limón. Esta literatura fue parte imprescindible de la trama cotidiana de la comunidad. Fue leída por la mayoría de las personas, por estar en los periódicos. Era parte de una sociedad que produjo también otras formas de arte: obras de teatro, música, oratoria, cuentos.
Ya es hora de aceptar que Costa Rica (y Centroamérica) es un territorio plurilingüe, y que la literatura afrocostarricense estaba, y en gran medida sigue estando, en inglés. En efecto, escritores contemporáneos como Quince Duncan, Shirley Campbell, Eulalia Bernard, tienen parte de su obra en inglés. Y no por eso deja de ser costarricense – y centroamericana.
El mejor exponente de esta literatura en la primera mitad del siglo veinte es el periodista Samuel Charles Nation, escritor excelente y prolifico quien se convertió en editor de The Atlantic Voice en 1935 y publicó el siguiente ensayo allá del 8 de marzo, 1936. — Anacristina Rossi, San Jose, Costa Rica, autora de Limón Blues y otras novelas, el 11 de octubre, 2015.
El caballo, una viva estampa aún
por Samuel Charles Nation
Al observar la belleza y el esplendor de los animales que están siendo entrenados para las carreras de este lunes de Pascua de Cahuita, nos invade la regocijante convicción de que a pesar de que tiene poderosos competidores en la época actual -los vehículos motorizados y los aparatos mecánicos, el caballo mantiene su lugar, y contra su fortaleza se estrella la idea peregrina de que su utilidad se acabó para siempre.
Desde hace muchos años venimos oyendo que el caballo tiene contados sus días.
Cuando llegó la bicicleta nos dijeron que los pedales reemplazarían los estribos. Al llegar el automóvil con sus llantas de aire que destruyen menos nuestras calles comprendimos que los trotadores bellamente acoplados no serían ya los reyes de los caminos públicos. Al aparecer el tractor, vimos que ya no se necesitaba el hermoso par de caballos de arado, mientras que la introducción del camión nos hizo creer que la utilidad del leal, inteligente y dócil caballo de tiro se había esfumado para siempre.
El avión bombardero relegó al olvido la majestad de la caballería que había sido por siglos el soporte de los ejércitos del mundo, y le robó al jinete la admiración y la gloria que lo rodeaban desde la época de los caballeros. Hasta la elegante escena del Lord en la pradera de su mansión, ataviado con lujosa chaqueta roja, breeches a la rodilla y polainas altas montado en su cabalgadura favorita, parece retroceder en el tiempo.
Sin embargo y a pesar de todo, al mirar los caballos de carrera pastando a nuestro alrededor, sentimos con orgullo que el caballo está todavía con nosotros, sosteniendo su lugar, que está aquí para el trabajo, para el deporte, aquí para quedarse. Antes el caballo sólo compartía con el buey y los burros y mulas el privilegio de llevar la carga de su amo. Ahora lo comparte con aparatos mecánicos cuya única afinidad con el reino animal son sus “caballos de fuerza”.
Creemos que en lugar de desaparecer, la utilidad de nuestro amigo equino está siendo restituida. Los hipódromos, para los cuales el ser humano produjo con su ingenio una criatura más liviana y veloz que la original, aumentan día a día su popularidad a pesar de los que se oponen a las apuestas. El purasangre gana cada vez más nuestro aprecio y prueba ser el Señor del reino animal mientras que con sus emocionantes despliegues de velocidad y resistencia vuelve a las carreras el Rey de los Deportes y el deporte de los Reyes.
Por lo tanto, el noble bruto está aquí para quedarse. Es el mismo que llevó a Wellington a recibir a Blucher en el campo de Waterloo, el mismo que acompañó al Rey Ricardo I en sus guerras a favor de la Cristiandad y le dio a Inglaterra su Corazón de León. Londres todavía muestra orgullosa su Guardia Montada y el Soberano británico usa su gran carroza de estado, tirada por su célebre atelaje de caballos.
En los campos de polo vemos nuevos ejemplares enrazados especialmente para el juego; con ellos nuestros equipos atraviesan los mares y van a batallar para engrandecer el deporte. El británico se enfrenta al antillano en Jamaica, los señores de las pampas de Argentina y Brasil oponen su habilidad a la de los norteamericanos en estas magníficas cabalgaduras.
Pero mucho más valor tienen aquellos que se dedican a los caballos por amor al animal y que, al montarlo para un saludable ejercicio se sienten casi como dioses. Sí, ya sea para ayudar en actividades humanas o como parte de un deporte, el caballo ha estado al frente por miles de años antes de que los aurigas y cuadrilleros del Faraón perecieran en el Mar Rojo: Y si bien los materiales de hoy para preservar la paz o hacer la guerra, para facilitar el transporte nacional o asistir a la producción agrícola son en su mayoría metálicos, alrededor del caballo existe aún una actividad importante. Tal vez por ese inigualable escalofrío de emoción que los verdaderos jinetes sienten al montar una bestia briosa.
El caballo y la pompa, la hidalguía y el espectáculo siempre han estado asociados y así seguirán, sean cuales sean las rivalidades que este noble animal encuentre en los amplios y raudos movimientos de este mundo cambiante. —Traducido de inglés por Anacristina Rossi
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